miércoles, 9 de noviembre de 2011

Envenenado

Estábamos platicando y almorzando en la Finca Los Barandales cuando pude observar una mata de Café invadida por otra planta que aquí en la Sierra Norte de Puebla llamamos "bejuco" y es nuestro principal enemigo dentro de las plantaciones, ya que además de competir por agua y nutrientes; estrangula e invade completamente a los cafetos.

Bejuco invadiendo una planta de Café

Sin dudarlo me levante de la piedra que me servía de asiento, me dirijí a la planta para quitarle con las manos aquel bejuco. Todas las plantas de café vecinas, habían sido limpiadas o chapeadas correctamente y esa era la única que no se veía bien.

Seguramente se le "escapó" al jornalero que debio chapearla -pensé ya que era mi primer semana de trabajo en los cafetales.

La cuadrilla de chapeadores integrada aproximadamente por unos 40 jornaleros, la cocinera, el tortillero y el encargado de la finca sin decir una sóla palabra me siguieron con la mirada con una concentración y silencio que cualquier maestro de primaria envidiaría.

Consciente de que me miraban, decidí entrarle a  aquella planta con gran determinación.

Metí mi mano en aquel arbusto, tomé una línea del bejuco y jalé,  metí otra vez la mano y jalé;  la planta empezó a tomar forma de cafeto poco a poco mientras todos los mirones no solo estaban a la expectativa sino que también dejaron de comer pues no querían perderse lo que a continuación venía...

Solo me faltaba un par de jalones para terminar mi hazaña heróica con esa planta cuando sentí lo que es amar a Dios en tierra ajena.

Algo se me clavó en la punta del dedo pulgar de la mano izquierda y dolía peor que una muela cacariza. En el momento que pegué el primer grito "mi público" que estalla en una carcajada espontánea y que les duró mientras terminó mi show.

Rápidamente presioné la punta del dedo tratando de extraer la "espina" que creí se me había clavado. Pero nada. Pasaron unos 10 segundos y poco a poco "la espina" caminaba . Sabía perfectamente en  que parte de mi brazo se encontraba porque a su paso se siente como va quemando la vena en su recorrido.

Don Goyo acompáñeme a la clínica para que me saquen esta espina, ya la siento en el conejo de mi brazo. Va caminando muy rápido y si llega al corazón ya valí queso!

-¡ Ayyyy Ingeniero! - Con la típica voz pausada y cantada de la gente del campo, me contestó Don Goyo moviendo la cabeza como diciendo ¡Qué pendejo!

-¡Pero pues que no vio que esa mata tiene un nido de cinclinas!-

-De ... ¿Qué?-

- Cinclinas ¿Apoco no las conoce?-

- ¡Ni Madres!¡¿Qué es eso?!- (ya me había encabronado por el dolor-ardor del brazo, la apatía y gusto que estaba provocando en todos los mirones)

- Cálmese Ingeniero no se preocupe, usted está ¡Envenenado! pero no se va a morir, en un ratito se le pasa Acompañeme para que vea que es lo que le pico:




Moraleja.
Cuando el mundo se detenga para verte actuar, aguas!!! porqué 
¡Si el novato intenta mostrarse sabio, seguro sale rebuznando!