10 minutos antes...
Eran las 9:00 A.M. cuando cuando junto con mi equipo de promoción social del Programa Nacional de Solidaridad con Jornaleros Agrícolas (PRONSJAG) llegamos a Xaltepuxtla, una comunidad de cortadores de Café localizada en la Sierra Norte de Puebla.
Ese día íbamos a realizar nuestra campaña de servicios veterinarios que consistía básicamente en la aplicación de vitaminas y desparasitantes al ganado menor: borregos y cerdos.
Por alguna razón, Francisco, uno de los dos veterinarios del equipo y el más experimentado no pudo ir con nosotros ese día, por lo tanto; la responsabilidad de la campaña residía en Arturo quién acababa de egresar de la facultad.
"Súperman" |
Arturo bajó el botiquín de la camioneta, a pasito tun tun muy al estilo "Pedro Navajas" se acomodó sus lentes oscuros, se arremangó la camisa a cuadros (típica de los agrónomos, veterinarios y rancheritos) y sin chistar decidió empezar por "súperman" el lechón más grande y bonito de los siete que se disponía a desparasitar. Mientras tanto, los demás platicábamos del clima -o sepa Dios de qué- con la familia dueña de los cerditos.
Justo cuando terminaba de aplicar el desparasitante al quinto lechón y faltando sólo los dos últimos pequeños, escuálidos y feos los "redrojos", ante los ojos de todos los presentes; que empieza "superman" a bailar el jarabe tapatío sobre un comal caliente mientras en un acto de brutal majadería, escupía baba blanco-amarillenta sin parar y tras mover drástica y desorbitádamente las canicas de los ojos... ¡PAS!
De un sólo golpe se desplomó totalmente muerto (sí totalmente) frente a la angustiante mirada de los otros cuatro lechones que sin dar tiempo para nada, uno a uno fueron ejecutando el mismo ritual pero cada vez en menor tiempo.
Entre todos hicimos coperacha, pagamos los daños causados a aquella familia y más rápido que la diarrea, nos subimos a la camioneta y salímos huyendo del lugar. No sin antes recibir por parte del pequeño hijo de unos cinco años una mirada fulminante acompañada de ¡Asesinos, Asesinos!
Ya fuera del pueblo, nos estacionamos y Arturo con la cola entre las patas, sin lentes, ojos irritados, camisa desfajada con voz temblorosa; nos confesó que les había aplicado la misma dosis que le pusimos un día antes a unos cerdos adultos de 80 Kg. ¡Una dosis fatal para cerditos de 10 Kg o menos!
Por eso:
Cuando te hagan el fuchi en el equipo de futbol, de natación o en el baile de graduación. ¡Dale gracias a la vida! Tal vez, esos kilitos de más, la cara carcomida por los barros, los dientes saltones, la nariz aguileña o el olor a cebolla al mojo de ajo que te cargas; te estén librando de una sobre dosis que pueda costarte la vida.
Moraleja:- La Suerte de la Fea, la Bonita la desea.
Te invito a que nos compartas tu opinión y por supuesto a beber una taza de Café de Grano.
Estoy en Twitter como @ cherrysKFclub y en Facebook como Frido Coffee y o @cherrys-club.
Hasta la próxima y gracias.