lunes, 14 de mayo de 2012

Noches de Nescafé


La "Maestra Cristy"

La "Maestra Cristy" tenía tres hijos: dos niños varones de 7 y 5 años y una bebita de 2 años cuando decidió ponerle fin a su efímera vida amorosa con un prometedor y apuesto Ingeniero Químico que a sus veintitantos años seguía viviendo una vida narcisista, adolescente y promiscua que sobrellevaba con un empleo mal pagado de vendedor en una tienda de muebles y como notificador de la secretaría de hacienda.

Como Madre ejemplar, jamás sentimos la ausencia de nuestro padre por dos razones: Ella (mi madre) nos lo hacía muy fácil gracias a que se desvivía por nosotros y la segunda por que mi padre siempre quiso asegurarse de que el "gasto" lo recibiéramos de primera mano para que nunca se le pudiera echar en cara su irresponsabilidad. Así, cada quince días vimos y vivimos un pleito durante los siguientes 16 años, hasta que mi hermana cumplió la mayoría de edad y por lo tanto, jamás tuvimos tiempo para extrañarlo.

Mi hermano y yo estudiamos desde el primer año de primaria hasta el último de preparatoria en el mismo ciclo escolar debido a la cercanía de edad y a la condición de Profesora de mi madre. Nuestro día era bastante común y tranquilo gracias a que mi mamá tenía su sueldo fijo, vivíamos modestamente,  aprendió a manejar y con un préstamo del magisterio compró una Brasilia 1975 en la que nos movíamos a la escuela.


Noches de Nescafé
Mis Noches de Nescafé iniciaron cuando llegamos a la secundaria. En esos días, mi mamá empezó a trabajar además de la escuela primaria matutina, en la escuela primaria Nocturna gracias a la generosidad de mi padre que le había conseguido ese empleo para "acompletar el gasto" cuando mi madre en un típico pleito de quincena le gritó en su cara "No me alcanza, tus hijos ya entraron en la secundaria y son más gastos, ¡ayúdame!"

De lunes a viernes a partir de las 6:00 PM mi madre salía rumbo a la Nocturna no sin antes dejarnos unos sandwiches o tortas en la mesa (a veces de jamón, otras de huevo, de frijoles, de salchichas), gelatinas y leche en el refrigerador. En esa temporada los tres hermanos aprendimos a cenar solos, cada quién comía lo que le apetecía y a la hora que quería. 

Siempre trataba de esperar a que llegara mi mama para abrirle la puerta de la cochera y no tuviera que bajarse del automóvil para poder entrar a la casa, sin embargo; confieso que muchas veces me quedé dormido hasta que descubrí el Nescafé un día que la leche y el chocomilk se acabaron.

Preparaba un pocillo de los de peltre de 1 litro con agua fría, dos cucharada soperas de café y azúcar para no tener que hacer taza por taza. Cenaba frente al televisor mientras tomaba mi café >que ninguno de mis hermanos quería por estar frío< y en cuanto escuchaba el ronroneo del escape del motor 1600 VW me levantaba para recibir a mi mamá.  Desde entonces mis Noches de Nescafé siguieron hasta que descubrí el café en grano. 

Con mucho cariño y admiración a las Madres Maestras y muy en especial a la 
 "Maestra Cristy."